martes, 3 de mayo de 2016

Una luz herida.

La máquina que medía las pulsaciones y el oxígeno del cerebro no paraba de sonar cada cierto tiempo. En aquella habitación del hospital no faltaban las visitas para ver a la persona que en esta se encontraba desde hacía unos días. Todo era blanco, aséptico, aunque había algunas flores, algunos pequeños detalles que las personas tales que familiares y su pareja, un hombre de gran fortuna al compartir una vida con tan bella mujer, le habían traído hasta ahí casi todos los días. La criatura reposaba, durmiendo, tratando de escapar de las imágenes que su mente se empeñaba en no olvidar, fruto del trauma. El hombre con el que aquella mujer había decidido compartir parte de su vida mas íntima la observaba preocupado. Otra mujer había dejado su negocio para centrarse en el bienestar de su hija, la cual había sido atacada por un desconocido que la policía ya estaba buscando.

A sus mentes venían las preguntas de siempre: ¿Por que ella? ¿Por que tanta falta de humanidad en el mundo? ¿Cuanto tardaría en recuperarse? ¿encontrarían al miserable?. Y con la misma rapidez con que se planteaban esos interrogantes, estas eran sustituidas por un sentimiento de injusticia, de rabia, de rechazo hacia la situación que se estaba viviendo. La máquina seguía sonando y de pronto aquella dama abrió los ojos. El novio, un buen hombre, provisto de sombrero, junto a la progenitora de la víctima, se acercaron a ella, tomando su mano, mirándola con preocupación, con alegría de poder ver sus bonitos ojos verdes por fin abiertos tras esa larga y necesaria siesta en la que el inconsciente trata de asentar toda la realidad vivida días antes. No le preguntaron mucho acerca de lo que recordaba. En declaraciones pasadas solo acertó a decir que era de noche y de pronto fue atacada por una bestia sin sentimientos, sin ningún tipo de sentido de la realidad, de la justicia o de la humanidad.

La bella dama le preguntó a sus dos interlocutores si la policía sabía algo. Dijeron que no.

-Vino mucha gente a visitarte mientras dormías.- Dijo la mujer, responsable de un negocio propio del cual daba cuenta con mucha equidad y justicia.- Muchos de tus amigos, aunque hubo uno en especial  que...-Y la mujer miró al que en esos momentos era el único hombre presente en aquella habitación.
-Era un poco....-El novio de aquella señorita miró a los maravillosos ojos verdes de una de las mujeres mas bellas del lugar, y no solo eso sino también mas admirada y deseada.
-¿Pero como era? Físicamente, me refiero.-Interrogó la víctima de tal escarnio al concepto de decencia.

Tras una breve descripción de como era desde su rostro poco agraciado hasta sus gestos un tanto erráticos, siguieron los detalles de su actuación a lo largo de la visita.

-No parecía muy consciente del lugar en el que estaba. Dijo que había dormido poco. Cuando te vio su rostro pasó de la neutralidad a la tristeza, de la tristeza a la indignación y después a una especie de sonrisa. En todo momento se mostró muy educado, en especial con tu madre. Luego se acercó a tí, tomó tu mano, te miró durante largo rato, como si se planteara decir algo y seguidamente, sonriendo, se marchó- Dijo el buen hombre.

-Ya se quien es.-Dijo la dama, tan determinante así como escueta en sus declaraciones. Trató de incorporarse pero no pudo, la cabeza le daba vueltas y se decidió a quedarse tumbada. No tenía idea de cuanto había dormido y una sensación de atemporalidad le invadía.

-Es un amigo reciente, algo excéntrico pero muy bueno, educado, sincero. Es mas, es la persona mas sincera que he visto nunca.-Dijo, mirando a ambas personas.-Espero que no... O bueno...
-¿Que ocurre?.-Preguntó la madre.
-Nada nada..-Dijo la dama.-Mi móvil...
-Se rompió durante... los hechos.-Dijo el hombre.-Pero creo que podría funcionar.

La pantalla estaba partida en dos prácticamente con un montón de pequeñas grietas pero aun funcionaba. Entonces rápidamente fue a revisar la cuenta de cierta red social muy popular e los últimos años. Buscó un nombre. La dama no dijo nada, aun no quería decir en algo aquella corazonada que había cruzado su mente.


Lejos de ahí, en un lugar apartado, como si de una realidad separada se tratara, una solitaria luz iluminaba una habitación sucia y maloliente. Las paredes estaban manchadas de una sustancia roja que marearía a mas de un hemofóbico. Tan solo había dos sillas con dos personas sentadas en ellas y una mesa con todo tipo de objetos cortantes y objetos variopintos. Una estaba perfectamente bien, estaba hasta sonriente, aunque su rostro pronto pasó a la indignación cuando vio que su acompañante no daba despertado. El caballero que se encontraba esperando no pudo resistirlo y tiró lo que estaba comiendo a la cara del impuntual. El golpe le dejó unas pequeñas manchas de sangre en el rostro.

-Oh, vaya, buenos días pequeño cabroncete.-Dijo el ser al que se le denominará como anfitrión.

El saludado no podía hablar. Estaba amordazado y atado a aquella silla. Lo único que podía mover era la cabeza en todas las direcciones posibles. La luz lo cegaba un poco, la cabeza le daba vueltas, todo le era desconocido. Incluso el mas listo trataría de captar un sonido del exterior pero nada llegaba a sus sentidos.

-Creo que no nos conocemos.-Dijo con una sonrisa sanguinolenta y levantándose hizo una reverencia.-Te diría mi nombre pero eso no es relevante ahora mismo. Lo relevante es el motivo por el que estás aquí.-Y entonces el anfitrión soltó una especie de risotada histérica, la cual alguna que otra carcajada había arrancado a quien la había escuchado en mas de una ocasión entre las compañías que solía frecuentar.

<<Verás, te hablaré de la bella dama a la que has ofendido como mínimo con tus maneras y procederes. No he estado presente en toda su vida, solamente desde hace unos poquísimos meses, pero me ayuda a tener una idea de como debió de ser, por ejemplo, su nacimiento. Creo que ella fue el resultado de que el rayo de sol mas luminoso atravesara un campo verde con los primeros copos que anunciaban el invierno. De ahí explicamos esa piel tan pálida y esos ojos tan verdes, así como quizás su personalidad tan aparentemente tranquila. Pero claro, las ventiscas mas gélidas son posibles y ella no es una excepción, aunque de momento no me he encontrado con su ira o su mal humor, cosa que tampoco quiero encontrar. Es decir, una cosa es ser un loco y otra muy distinta es ser un suicida>>

A esto le siguió otra risotada maníaca. Entonces el anfitrión cambió de pronto su humor y tiró la silla a un lado, tomando de los hombros al miserable.

-Ella -Dijo con toda la tensión en la voz.- Ella merece ser respetada, como toda mujer, como toda persona. Y sin embargo no solamente le faltaste al respeto sino que la intentaste...la intentaste...LA INTENTASTE...-Continuó aquel discurso desquiciado. Entonces su irá pasó a afabilidad.- No voy a criticar tus gustos en torno a las mujeres, pero permíteme una pequeña observación sobre tus procederes. ¿Que?.-Se interrumpió.

El maldito e inhumano ser que había sido capturado se removía todo lo posible en la silla, tratando de liberarse. Había caído en un pequeño detalle. Cuando el anfitrión, de mala gana, arrojó parte de su almuerzo al rostro de su invitado, este no se había dado cuenta de que dicho manjar no era otra cosa que su mano derecha, la cual estaba ahora tirada sobre el suelo. Mirando entonces, como negándose a la dolorosa y brutal realidad, sus ojos viajaron hasta donde se encontraba un muñón sanguinolento. Apenas se pudo escuchar su grito por la mordaza.

-Ahhhh sí, perdona mi falta de educación, es que tenía hambre, pero que sepas -Continuó diciendo uno de los dos monstruos- que tienes la carne mas insípida y correosa que haya probado nunca.-De nuevo esa sonrisa enloquecida, ese toque de incoherencia con el propio discurso que le habían supuesto a tantos genios el título de "loco".-Ya no eres tan fuerte ¿verdad? ¿VERDAD?.-Se acercó a la mesa y tomó un bisturí, con esto pienso cortarte la polla que casi llegaste a usar no hace mucho con una de las criaturas mas bellas de mi entorno.-Tomó unas tenazas entonces,.Con esto te pienso arrancar los huevos.-Entonces tomó un objeto redondo, de color naranja. similar a una pelota. Cuando la acercó a la cara del tipo este se lo quedó mirando con miedo y mucha confusión- Y esta mandarina es para mi, porque tengo hambre, mayormente.

A esto le siguieron unos minutos de tensión psicológica en la que el invitado vio como su anfitrión deambulaba por la habitación dando vueltas, murmurando incoherencias de las que apenas distinguía algunas palabras: arte, poseía, ángeles, Dios, ira, pintar, escribir. Todo ello con mas frases de por medio que le daban un aire inconexo a todo lo que ahora se ceñía a la realidad ante los ojos del asustado malhechor. El hombre que había atacado a la dama ingresada se estaba arrepintiendo de haber siquiera pensado en realizar tal vil acto. No sabía que las cosas se iban a desarrollar así, atado a una silla, frente a un psicópata que ahora estaba frotando levemente la cara contra el lateral de un largo cuchillo como si fuera el rostro de alguna amante. No se cortó de milagro cuando se le dio por lamer la hoja.

-Perdón, ¿de que estábamos hablando?.-preguntó con toda suavidad el anfitrión.-No te preocupes, todos mis amigos dicen que se me va un poco la cabeza. Ahhhh sí, Ella. No te voy a contar toda su vida pero no puedo evitar muchas veces imaginarme aquellas situaciones que habrá vivido, muy duras o no tan duras, como las que vas a vivir tu en unos momentos. Ella a mis ojos es una elegante dama, de educadas maneras, gentil proceder en las conversaciones, atenta. No tuviste oportunidad de conocerla y no la tendrás pero te diré que es de difícil palabra. Algunas veces digo que hace falta unos cuantos sacacorchos para sacarle las palabras, lo cual me da una idea.-Dijo con una sonrisa, mirando un punto mas allá de la mordaza que tenía colocada el invitado.- Sin embargo tiene algo que atrapa, que me hace imaginar cosas de lo mas agradables. Tampoco te voy a decir cuales son, obviamente ni a ti ni a ellos.- Afirmó el posible artista de lo macabro, haciendo un gesto que abarcaba toda la habitación completamente vacía.

<<Cuando estoy con ella me siento tranquilo. No es que tenga esa dependencia de "si no es mía no es de nadie", para nada, es tan libre como el viento y eso la hace aun mas bella. Su signo del zodiaco dice que le gusta mucho el tema de la filosofía propia, hablar sobre temas que den para pensar, y ahí yo peco un poco de ego. Pero hace algo que pocas personas han logrado con toda plenitud. Me escucha, a veces con cierto temor, pero le echa un par de ovarios y no sale corriendo o da una excusa para marcharse. Le he contado tantas cosas. Me ha inspirado bastante aunque nunca escribí nada sobre ella. Y mírame, aquí estoy, haciendo la justicia poética que nadie mas hará porque hoy en día la gente no tiene sentido de la poesía. Justamente hace un rato acabo de venir del hospital. Sus ojos estaban cerrados, seguramente teniendo pesadillas sobre tí, pero ni la mitad de lo terribles que sean las pesadillas que tu tendrás conmigo.>>

Entonces el anfitrión se erigió en artista y comenzó a darle uso a todos aquellos instrumentos que tenía sobre la mesa.Unas tijeras fueron lo primero en aparecer, dejando al tipo completamente desnudo. Era una visión bastante desagradable. Luego hizo acto de presencia un bisturí cedido por una buena amiga y que empezó a cortar la carne mas tierna poco a poco, provocando los gritos ahogados del pecador. Todo su cuerpo se agitaba ante el dolor, sentía que por momentos perdía la cabeza y la sangre a chorros no ayudaba. Con las tenazas que había mostrado le agarró los rechonchos pezones y los arrancó de cuajo con la ayuda de una fina lanceta. Fue un proceso largo y doloroso. Las tiras de cuero con hebillas le impedían moverse de la silla, Aunque pronto se vio libre de eso...

...Cuando clavó pies y manos a la propia silla con unas largas escarpias de metal que amartilló con toda crueldad, riendo de vez en cuando ante los gestos de dolor. Pero el invitado no debía de preocuparse. A través del eficiente uso de unos tubos de goma y con unos buenos torniquetes, fue sintiendo en sus carnes como a base de un sencillo principio físico sus huesos fueron quebrados uno a uno en piernas y brazos. El sonido parecía deleitar al anfitrión, que tenía expresión de asco pero al mismo tiempo de deleite, era algo extraño. A veces se le daba por tararear una canción desconocida para ese pobre desgraciado. Luego levantó la vista y solamente dijo.

-Creo que necesitas adelgazar.-Y sonriendo se acercó con un bisturí a su barriga, algo prominente y comenzó a cortar la carne lentamente. Aquella acción parecía que era la que mas disfrutaba, no paraba de reír, de gritar de felicidad mientras el metal separaba la piel y esta caía al suelo con trozos de carne, dejando todo lleno de sangre en pocos minutos. El olor de la sangre, de la carne era lo único que detectaría cualquier olfato en ese momento, los aromas de la decadencia, del dolor, de la muerte que poco a poco se aproximaba, para cerrar su fría y gélida garra alrededor de aquel ser abyecto.

Antes de que las heridas fueran demasiado profundas cambió de objetivo al principal problema que había desencadena toda esa situación. Ahí fue cuando el invitado mas se revolvió a la par que las tenazas, esta vez al rojo vivo, se cerraron en torno a una parte muy pequeña de aquel cuerpo ya casi irreconocible. El alarido fue tal que hasta el "artista" se tuvo que tapar los oídos por un momento. Luego ese intento fallido de asaltante nocturno se desmayó ante las sensaciones recibidas, para nada placenteras. La otra persona presente sonrió entonces. Encima de la mesa había una bonita cámara de fotos con la cual se entretuvo inmortalizando el resultado de su obra, de todo su arduo esfuerzo. La sangre, los clavos, los ojos... los ojos... los ojos. Al momento una hoja muy afilada estaba cortando unos finos párpados que desvelaron un par de ojos aterrorizados y que lloraban sangre. Entonces en su lugar fueron cosidos, con un grueso hilo de acero, las dos pequeñas esferas que le habían sido extirpadas del cuerpo momentos antes. Otra nueva foto.

-Soy un genio.-Dijo con una sonrisa desquiciada y una risotada.-¿A que sí?.-continuó, mirando a la criatura deforme que ahora mismo se encontraba en la silla, aun inconsciente.-Bueno, hora de comer.-Y se dispuso a colocar la mesa para la cena de esa noche.


La noche caía y muchas personas visitaron a aquella magnífica criatura, dotada de grandes habilidades para el arte. Muchos le hablaban con cariño, otros con preocupación. Ella insistía en que estaba bien, agradecía con esa sonrisa lánguida y esas maneras tan etéreas todos los regalos que le llegaban a espuertas, todos y cada uno de ellos bien merecidos dado que ella era todo un regalo para la gente que le rodeaba. De vez en cuando sonaba el móvil, con llamadas de mas amigos y alguna que otra grabación de personas que por motivos varios no se podían personar en aquel lugar.

En cierto momento el móvil sonó, Unas cuantas fotos llegaron hasta esa pequeña pantalla que se apagaba como los televisores de la década de los noventa.

-¿Que ocurre?.-Preguntó uno de los amigos presentes en ese momento, al ver que la cara, ya de por sí pálida dela dama, se quedaba algo mas blanca, pero al mismo tiempo se le formaba una pequeña sonrisa.
-Nada, un amigo, que tiene una particular forma de animar a laspersonas que han pasado un mal trago.-Dijo con toda suavidad.
-Oh Dios ¿pero que...? Eso es una escultura hiperrealista ¿no?-Dijo una amiga que se había presentado por sorpresa, para alegría de la paciente.
-Sí... desde luego mover no se mueve o no podría.-Sentenció la bella dama que ante los ojos de la locura era todo un remanso de pacífica y dulce inspiración.

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